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Muy pocos lo esperaban, otros ni siquiera sabían que es una disciplina Panamericana; el hecho es que el squash ya le dio a México tres medallas de oro, una de plata y otra de bronce, esto pone al equipo azteca también como favorito a presea en la categoría restante de repartir metales en ambas ramas, por equipos.

Ayer las canchas del CODE Alcalde fueron insuficientes para albergar a los familiares, amigos, gente del squash y aficionados en general que no se querían perder la posibilidad de ver a su país en el pódium, los organizadores se vieron rebasados por las ganas del aficionado de estar ahí y de los medios por tener el testimonio de los campeones, por unas horas el ámbito deportivo volteó hacia este deporte.

El grito tradicional de ¡México, México!  sonaba en las gradas, de verdad que el impulso del público es un extra para motivar a los jugadores, y ya sé que no estoy diciendo nada nuevo, pero quiero recalcar este punto, porque su importancia quedó en evidencia en momentos clave, incluso hubo un detalle donde jugó en contra esta situación.

En la final individual varonil entre César Salazar y Miguel Ángel Rodríguez, el gemelo empezó a remontar en el marcador que estaba en su contra, se había enrachado y estaba jugando su mejor squash del duelo, el partido estaba  7 – 6 a favor del colombiano, César logra un gran tiro que pondría virtualmente empatado el encuentro, un espectador grita de alegría celebrando el punto, que aún no se daba como oficial y el juez decide invalidar la jugada repitiendo el saque con el mismo marcador.

No sabemos si esto hubiera cambiado el rumbo del destino, o hasta dónde, pero lo cierto fue que César a partir de ahí se desconcentró, lo vivimos quienes estuvimos ahí, el resto de la historia la conocen;  tal vez fue mal presagio que los jugadores salieran a calentar con la música de Juanes en el audio local.

Pero hablando de lo que sonó en esas instalaciones encontramos una constante ayer,  fueron las notas del compositor español Jaime Nuno, tres veces se oyeron mientras eran acompañadas por las gargantas de la mayoría mexicana asistente en el lugar, gran culpa de ello la tuvo Samantha Terán que en dos ocasiones se colgó el oro Panamericano, en individuales, al vencer a la canadiense Cornett y en dobles al lado de Nayelly Hernández.

Los medios el día de ayer resaltaban a Cynthia Valdéz como la gran atleta de la jornada, Valdez conquistó un oro que se sumaba a la plata del sábado, estamos de acuerdo, fue un gran logro, pero no dieron el testimonio que se merecía, a mi parecer, para Samantha que en un espacio de 8 horas jugó una semifinal de singles y dos finales, una por parejas y otra individual, los tres encuentros ganados de manera categórica, sin dejar duda alguna.

Claramente entra aquí la labor del equipo completo, entrenadores, fisioterapeutas y su psicóloga que la ayudan a mantenerse en la mejor forma en todos los aspectos, pero lo que quiero resaltar es su convicción y deseo de ser la mejor, cuando ella entra a la cancha se nota su concentración, el ceño fruncido que demuestra la decisión de una ganadora, sin duda, estamos ante la presencia de una de las grandes atletas mexicanas de estos Juegos.

El mariachi y la enorme sonrisa que la acompaño durante la premiación contagiaba a los asistentes que con una foto o una porra querían hacer patente su presencia en la jornada ganadora de ayer, toda una vida dedicada a su pasión rindió otro de sus frutos, una gran satisfacción que compartimos todos.

Buenas cuentas ha sacado la delegación de squash mexicana, más allá de políticas y apasionamientos sucedió lo único que cuenta en el deporte, hablar en la cancha con resultados. Felicidades a los atletas.